Hoy en el Día Internacional de la Mujer quiero hacerles llegar estas palabras conmemorativas, de la lucha que llevaron adelante las mujeres protagonistas de un suceso que enlutó a la sociedad un 8 de marzo de 1908 en EEUU, en el que perdieron su vida 129 mujeres trabajadoras de la industria textil, en medio de un reclamo de mejoras en sus condiciones laborales.
En 1909 se celebró por primera vez, lo que se llamó el “Woman’s Day”, extendiéndose a Europa, para luego la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designar oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, en 1977.
Creo importante actualizar su memoria, por las que estuvieron, por las que están y por las que vendrán.
Porque creo en la necesidad de conmemorar a aquellas que llevaron al acto sus ideales de libertad, de mayor reconocimiento y que hoy, con naturalidad son parte de nuestra cotidianeidad, debiendo recordar el alto precio que se pagó por ellos.
Conmemorar es recordar a aquellas que nos precedieron en sus acciones.
Es pensar en la posta que nos dejaron para avanzar en el camino que falta recorrer para afianzar el reconocimiento.
Es ampliar la mirada sin limitarla a términos biologisistas, pues el paradigma de la inclusión de género supera ampliamente estándares de esa naturaleza.
Es mirar inclusivamente.
Es enfocar las capacidades, la sensibilidad de manifestaciones artísticas, es visibilizar potencialidades que, no queden ensombrecidas u ocultas por el género de quien las posee.
Conmemorar es subrayar nuestras diferencias como aporte al todo.
Es abogar por la independencia de las mujeres como base de su desarrollo personal en la dirección que su libertad las lleve y, como modo de protección ante la violencia que la mayoría de las veces su ausencia genera.
Es desarticular restricciones institucionales limitantes de derechos que hacen a su dignidad.
Es interpelar a la sociedad toda a desmontar esas estructuras acotadas, como replanteo, como resignificación de lugares, de oportunidades.
Ello seguramente tendrá un costo, como todo lo tiene y que, hoy, lamentablemente en sus extremos lo sabemos, y está escrito con nombres y apellidos de aquellas que no pudieron con tanta violencia.
Conmemorar es reconocer que está en nostras seguir construyendo el puente, articulando protecciones, ayudando a las más débiles y vulnerables, dándoles voz.
Es reconocernos parte de una sociedad que, compuesta también por hombres que, comparten en un todo esta conmemoración y suscriben lo antedicho, trabajan día a día para hacer más justa la realidad de muchas mujeres, haciendo cada uno de nosotros y desde nuestro lugar nuestro aporte para ello.
Hoy podrán decir que es un sueño, que falta, que hay mucho por hacer, que se debe tomar roles más activos y muchas cosas más, pero de algo estoy segura hay una realidad que en algún momento fue soñada, en definitiva muchas cosas, sino la mayoría, comenzaron así.
Dra. Patricia Cecilia Toscano
Presidenta de la AMFSM
Comisión Directiva
Comisión de Género y Diversidades